Es claro de entender que la mujer profundamente enamorada es experta para sumir sus pensamientos, sentimientos y emociones, dentro del caldero de su exceso de pasiones, deseos ocultos y necias fantasías. Entonces ocurre que a mayor presión, el agua hierve a mayor temperatura y sube la calentura, o mejor dicho: Sube la fiebre por tanto amar. ¿Cierto?
En ese estado de las cosas, no hay poder humano que saque a la mujer de tal arrobamiento. Es un encantamiento casi mágico en el que no hay ojos para ver más mundo que el que rodea a su amado. Todo gira alrededor de él: Las noches, los días, la música, la comida, las fiestas, los paseos, los viajes, etc. y la mujer sigue buseando sus sueños e ilusiones entre mil preguntas que consulta con su almohada: “¿Cómo vivirá?” “¿Hablará de mí con su madre y sus amigos?”, “¿Ya comería?”, “¿Le darían el trabajo?” “¿Aprobaría el examen?” “¿Dónde estará y qué estará haciendo ahorita?” “¡Ay, qué emoción lo voy a ver mañana!”, “¿Me llamará por teléfono en la noche?”… ¡No importa si no me llama, yo puedo llamarle!”, ¡“Ay, qué guapo es mi amor…y cuánto lo amo”! “¡Es el amor de mi vida!”
Es tan grande la entrega que la mujer hace a su hombre en cuerpo, alma, sentimiento y razón, que ya no le quedan reservas para guardarse ninguna otra emoción. Ella vacía su cántaro para darle a beber su elixir de dulzura más exquisita. Se esmera en detalles mil para él, lo pone en un pedestal, se preocupa por atender hasta la más mínima de sus solicitudes, y como es obvio, el hombre a base de tanto comer carne …¡se harta de tanto comer carne!… y si es gratis con más razón. Lo que poco cuesta, se encuentra dondequiera –dice- ¡Y se va!
¿Se fue?… “Ojo aquí mujeres” ¿Pero por qué se fue? –Se preguntan algunas-“Si yo lo quería, lo amaba, lo adoraba, era mi sol, mi vida… ¡mi todo!”
¿De veras quieres saber por qué se fue el hombre que perdiste?
Se fue porque lo asfixiaste, te le regalaste, lo ahogaste con tus excesos, lo anulaste como hombre, le aniquilaste su orgullo, le succionaste su dignidad, te apropiaste de su individualidad, no lo dejaste respirar, ni ser, ni pensar, ni actuar… ¡Te apoderaste de él como si fuera una cosa! ¿Y a qué hombre le gusta que le quiten su poder?… ¡Rompiste el encanto y también el cántaro donde guardaste tu amor! ¿De qué te quejas?
Debes aceptar amiga querida, que si realmente amas a un hombre, lo primero que debes hacer es verificar si te amas más a ti misma primero, para que sepas respetarlo y amarlo como él se lo merece y como a ti te gustaría que te amara te respetara y también liberara tu espacio personal y te diera tu lugar.
¿Consideras prudente analizar detenidamente este aspecto básico en tu vida de pareja? Hay una forma muy sencilla y rápida de hacerlo, sólo piensa en una cosa y convéncete de ella lo más pronto posible: “No hagas a tu amado, lo que no quieres que un día él te haga a ti, exactamente en la misma proporción”. Sin olvidar por supuesto que sus derechos terminan, donde justo empiezan los tuyos, pero llevando muy en alto, la antorcha de la paz. Eso es todo. Doral..MRF
En ese estado de las cosas, no hay poder humano que saque a la mujer de tal arrobamiento. Es un encantamiento casi mágico en el que no hay ojos para ver más mundo que el que rodea a su amado. Todo gira alrededor de él: Las noches, los días, la música, la comida, las fiestas, los paseos, los viajes, etc. y la mujer sigue buseando sus sueños e ilusiones entre mil preguntas que consulta con su almohada: “¿Cómo vivirá?” “¿Hablará de mí con su madre y sus amigos?”, “¿Ya comería?”, “¿Le darían el trabajo?” “¿Aprobaría el examen?” “¿Dónde estará y qué estará haciendo ahorita?” “¡Ay, qué emoción lo voy a ver mañana!”, “¿Me llamará por teléfono en la noche?”… ¡No importa si no me llama, yo puedo llamarle!”, ¡“Ay, qué guapo es mi amor…y cuánto lo amo”! “¡Es el amor de mi vida!”
Es tan grande la entrega que la mujer hace a su hombre en cuerpo, alma, sentimiento y razón, que ya no le quedan reservas para guardarse ninguna otra emoción. Ella vacía su cántaro para darle a beber su elixir de dulzura más exquisita. Se esmera en detalles mil para él, lo pone en un pedestal, se preocupa por atender hasta la más mínima de sus solicitudes, y como es obvio, el hombre a base de tanto comer carne …¡se harta de tanto comer carne!… y si es gratis con más razón. Lo que poco cuesta, se encuentra dondequiera –dice- ¡Y se va!
¿Se fue?… “Ojo aquí mujeres” ¿Pero por qué se fue? –Se preguntan algunas-“Si yo lo quería, lo amaba, lo adoraba, era mi sol, mi vida… ¡mi todo!”
¿De veras quieres saber por qué se fue el hombre que perdiste?
Se fue porque lo asfixiaste, te le regalaste, lo ahogaste con tus excesos, lo anulaste como hombre, le aniquilaste su orgullo, le succionaste su dignidad, te apropiaste de su individualidad, no lo dejaste respirar, ni ser, ni pensar, ni actuar… ¡Te apoderaste de él como si fuera una cosa! ¿Y a qué hombre le gusta que le quiten su poder?… ¡Rompiste el encanto y también el cántaro donde guardaste tu amor! ¿De qué te quejas?
Debes aceptar amiga querida, que si realmente amas a un hombre, lo primero que debes hacer es verificar si te amas más a ti misma primero, para que sepas respetarlo y amarlo como él se lo merece y como a ti te gustaría que te amara te respetara y también liberara tu espacio personal y te diera tu lugar.
¿Consideras prudente analizar detenidamente este aspecto básico en tu vida de pareja? Hay una forma muy sencilla y rápida de hacerlo, sólo piensa en una cosa y convéncete de ella lo más pronto posible: “No hagas a tu amado, lo que no quieres que un día él te haga a ti, exactamente en la misma proporción”. Sin olvidar por supuesto que sus derechos terminan, donde justo empiezan los tuyos, pero llevando muy en alto, la antorcha de la paz. Eso es todo. Doral..MRF
No hay comentarios:
Publicar un comentario